Por Felipe Bernabó
Periodista y Gestor Cultural
La escritora chilena Isabel Allende fue víctima reciente de la cacería de brujas que se ha desatado en contra de ciertos libros en el estado de la Florida en Estados Unidos. A la fecha cientos de obras literarias han sido retiradas de las aulas y la situación amenaza con volverse una catástrofe cultural de consecuencias aciagas. A fines de 2023 fueron retiradas de los currículos escolares las novelas de Allende La casa de los espíritus (1982) y Más allá del invierno (2017).
La primera fue llevada al cine en 1993 por el director danés Bille August. Con un reparto estelar que incluyó entre otros a Jeremy Irons, Meryl Streep, Glenn Close y Antonio Banderas, la película obtuvo numerosos premios en Europa y también en el Festival del nuevo cine de La Habana, por lo que algo bueno debe tener la historia que narra la chilena. Sin embargo, a los fanáticos de la asepsia literaria no les gusta sino aquello que refuerce su particular mirada del mundo, privando a otros de expandir sus horizontes, apreciar otras visiones y, en últimas, confrontar sus propias ideas con las ajenas, que al fin y al cabo es de lo que se trata el verdadero aprendizaje, y es la fuente primordial de la tolerancia y el intercambio de ideas para llegar a acuerdos; es una vía vital para aliviar en parte esa polarización funesta que padecemos hoy en día en nuestra región y alrededor del mundo.
Guardando las proporciones, esta persecución de las ideas recuerda la infame quema de libros en Alemania y parte de Austria organizada por la federación nazi de estudiantes el 10 de mayo de 1933, cuando otros fanáticos, de otra época, decidieron qué se podía o no leer y convirtieron en cenizas más de 25 mil volúmenes de autores como Bertolt Brecht, August Bebel o Ernest Hemingway. Ese día la oscuridad aterrizó en Europa y comenzó una tragedia que sólo terminaría 13 años después en Reims con la firma oficial de la rendición alemana. En ese fatídico mayo también partieron a las llamas los textos de Thomas Mann, ganador del Nobel de literatura en 1929 y otras obras célebres como Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque. Esta última llevada al cine no una, sino dos veces. La primera, en 1930, dirigida por Lewis Milestone y ganadora del Oscar a mejor película. Dirigida por el germano-austríaco Edward Berger, la segunda versión, de 2023, también ganó el Oscar, esta vez a mejor película extranjera; a pesar de que la novela que la inspiró fue llevada a la hoguera por ciegos exaltados hace poco menos de un siglo.
Pareciese que parte de la humanidad no aprende, no quiere aprender de las lecciones del pasado y, peor aún, insiste en imponer por la fuerza su unilateral pensamiento; de seguro porque tampoco tuvieron acceso a obras que ampliaran su percepción de la realidad y abordaran el abanico enorme de ideas que la conforman, un patrimonio intangible que debemos defender a toda costa. De eso se trata también la verdadera democracia.
Heinrich Heine, poeta judío-alemán, cuya obra también encontró el destino de las llamas en el 33, escribió en su obra de teatro Almansor una admonición terrible: «Ahí donde se queman libros, se acaban quemando también seres humanos».
En el caso de la Florida, por fortuna sin llegar a los extremos del nacionalsocialismo alemán, unos pocos grupos de padres, respaldados por políticos ultraconservadores, como el gobernador Ron DeSantis, quieren imponer su censura sobre otros. Si algunos progenitores quieren filtrar lo que sus hijos leen están en todo su derecho, pero de ahí a imponer a la fuerza su criterio sobre los demás, hay un trecho largo y peligroso.
Pero hay esperanza; diversos grupos se han ido conformando para defender la libertad de lectura, entre ellos más de 50 integrados por estudiantes de secundaria que se oponen a que haya «libros prohibidos» y los distribuyen a quien quiera leerlos. Qué alentadora noticia saber que los jóvenes están atentos y desafían las imposiciones de unos pocos con poder; gracias a ellos podremos evitar que en pleno siglo xxi se nos vaya enquistando la oscuridad de una nueva inquisición.
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Un buen 2024 para todos y felices 18 a Un Pasquín, que alcanza la mayoría de edad en épocas en que su voz independiente es más necesaria que nunca.