Estoy nerviosa

Por Olgahelena Fernández
Periodista

Desde que tengo uso de razón he oído que los años de 366 días son de mala suerte… así que empiezo el año asustada, tengo que confesarlo, pues si el 2023 era de buena suerte y nos abofeteó con dos guerras horribles, inhumanas, salvajes y canallas, ¿con qué nos irá a sorprender el próximo año? De verdad que tengo pánico.

El 2024 será el año más importante de la historia, si a elecciones nos referimos. Más de la mitad de la población mundial irá a las urnas; y en muchos países está en juego la democracia.

En enero, habrá elecciones presidenciales en Taiwán. Si gana el candidato del actual gobierno –que es proindependencia– China seguramente querrá anexarse a la fuerza Taiwán, y Estados Unidos tendrá que involucrarse, pues prometió garantizar la soberanía de ese país. Si la salida es violenta, entonces «apague y vámonos», porque lo último que el mundo necesita es una guerra entre esas dos potencias.

En febrero, habrá elecciones en El Salvador. Posiblemente vuelva a ganar Bukele, quién en teoría no debería ser candidato, pero hizo toda suerte de maromas para volverse a presentar y que su candidatura parezca legítima.

En marzo, habrá elecciones en Rusia, pero no se preocupen porque ya los resultados están listos. Ganará Putin y desaparecerán del planeta los que se hayan atrevido a votar en contra. Lo que sí nos debería preocupar, es que, con la indescriptible tragedia de Gaza, el mundo se olvidó de Ucrania y este valiente país, que se ha defendido de forma heroica, estará cada vez más cerca de perder los territorios que Rusia le invadió. 

Aunque la situación política de Portugal parece un juego de niños comparada con el conflicto ruso-ucraniano, no hay que dejar pasar por alto que tras la renuncia obligada (por denuncias de corrupción) del primer ministro, que era del partido socialista, ese país tendrá elecciones anticipadas y todo parece indicar que ganará la ultraderecha. También se ve venir en Austria un gobierno de esa tendencia.

La India, el país más poblado del mundo, de igual manera tendrá elecciones en 2024 y lo que está en juego no es poca cosa. El actual primer ministro quiere repetir mandato para continuar con su idea de convertir a este país en un estado nacionalista hindú. O sea, algo así como una teocracia. 

Nuestros vecinos panameños escogerán presidente en mayo de 2024. Serían unas elecciones más, si no fuera porque el candidato que va punteando en las encuestas es el expresidente Ricardo Martinelli, que en julio de este año fue condenado a diez años y seis meses de cárcel, y a pagar una multa de 19,2 millones de dólares, pero a sus abogados aún les queda tiempo e instancias para sacarlo de ese atolladero. O sea, el futuro de Martinelli es el palacio presidencial o la cárcel. Mi predicción: ganará sobrado y su caso quedará en el olvido.

En junio, los mexicanos escogerán nueva presidenta, pues las que encabezan las encuestas son dos mujeres, y la que gane encontrará un país sumido en el tráfico de drogas y la delincuencia, y con terribles problemas de inmigración.

También en junio se realizarán elecciones en el parlamento europeo; las primeras desde el Brexit. Todo parece indicar que habrá un fuerte giro a la derecha, lo que significa cambio en las políticas de inmigración, de cambio climático y en las relaciones con China.

Según los analistas, en el Reino Unido volverá al poder el partido Laborista después de catorce años de gobierno conservador. Este giro le da un poco de balance a esa zona del mundo, donde la ultraderecha está cogiendo mucha fuerza, pero la pregunta es: ¿una economía debilitada como la actual, se puede dar el lujo de volver a los subsidios y ayudas tan típicas de la izquierda?

En Sudáfrica se realizarán las séptimas elecciones desde el fin del Apartheid y después de treinta años en el poder, el partido de Nelson Mandela está perdiendo seguidores. Cansados del desorden y la corrupción, los sudafricanos visiblemente decepcionados, posiblemente voten por algo nuevo, diferente. 

En octubre, Venezuela irá a las urnas. Puede que sean unas elecciones más –de las muchas amañadas que se han hecho en los últimos veinte años– o puede que sean limpias. Parecería que Estados Unidos le está ofreciendo a Maduro una salida digna si permite comicios libres. De llevarse a cabo la votación, sin duda, la ganadora sería otra mujer: María Corina Machado. Mi predicción: no pasará nada en esta ocasión. Serán otras elecciones amañadas. Tocará esperar un año que no sea bisiesto.

En noviembre, el señor ese de cara anaranjada volverá a ganar la presidencia de Estados Unidos, y vendrá con sed de revancha; será el comienzo del fin de la libertad de expresión en ese país. Y de cambio climático, ni hablar… 

Por otra parte, me pregunto cómo irá a tratar a los dictadores que siempre ha elogiado. ¿Qué pasará con la guerra de Ucrania? ¿Permitirá que Putin se salga con la suya? Yo pensaría que sí. ¿Cómo manejará el genocidio contra el pueblo palestino? Presumo que apoyará a Israel a ultranza. ¿Cómo manejará la disputa con Taiwán? Trump siempre ha dicho que él no se mete en guerras, lo que me hace pensar: ¿dejará que China se quede con la isla?

En fin, el resultado de las elecciones de Estados Unidos influye en todo, y el destino del mundo está en manos de un señor que apoya a la familia tradicional, pero lleva tres matrimonios y varios escándalos de prostitución de por medio; apoya el porte de armas, pero dice estar en contra de las guerras; odia a los inmigrantes, pese a que él es hijo de uno, y a que su actual esposa fue, por mucho tiempo, una inmigrante ilegal. Se autodenomina como un gran empresario, aunque ha quebrado un montón de negocios. Mejor dicho, la hipocresía total.

Como les decía al principio, estoy nerviosa. ¿Y ustedes?