La inútil declaratoria de guerra no-guerra
Por Juliana González Ríos
Analista Política; Máster en Políticas Públicas y Economía para el Desarrollo.
@JuliGo4
Regresan los reflectores a la guerra de Yemen. Pero no por los once millones de menores yemeníes que dependen de la ayuda humanitaria, o porque allí cada diez minutos muere un niño o una niña por causas prevenibles, de acuerdo con datos de Unicef. Este conflicto tiene sumido al país más pobre de la región en una espiral de hambruna, pobreza y una serie de trastornos sociales como el matrimonio o el trabajo infantil para salir de la miseria, aunque solo la perpetúe. Las milicias hutíes, uno de los actores en la guerra civil yemenita que desangra al país, ha dado un salto en su internacionalización, al declarar su solidaridad con la milicia islámica Hamás en su ataque contra Israel y Occidente. Por esta razón aprovechan su control sobre el estrecho de Mandeb para atacar embarcaciones comerciales que transitan la ruta entre el Mediterráneo y el océano índico. Ante los ataques, el secuestro de una tripulación y el desvío de las rutas marítimas para evadir el paso por el mar Rojo, Estados Unidos y Reino Unido decidieron contraatacar. ¿Para qué? Aparentemente por defender sus propios intereses comerciales en la región. Pero esa contraofensiva no ha logrado hacer retroceder a los hutíes o detenerlos. ¿Quiénes son los hutíes? Son un grupo chiita respaldado por Irán que lleva más de 20 años luchando por el control de Yemen. Sus ataques contra navieras comerciales que ya superan los treinta en estas últimas seis semanas forman parte de un esfuerzo por presionar a Israel para que permita la entrada de más ayuda humanitaria en Gaza.
Pese a la barbarie que ejecutan contra su propio pueblo, los ataques de Washington y Londres a objetivos yemeníes, entre ellos el puerto de Hudaida, ha fortalecido la reputación de los hutíes. Internamente, porque los daños contra el puerto tienen un impacto en la entrada de las importaciones y de la ayuda humanitaria, vitales para la sobrevivencia de la población. La respuesta de Estados Unidos y Reino Unido contra los hutíes permite que esta milicia acuse de la hambruna y de la catástrofe a las fuerzas foráneas. Crean así un chivo expiatorio, que ya había hecho méritos en la región y que en particular en Yemen se asocia con el rol de proveer logística a la coalición de países encabezados por Arabia Saudita que apoya al gobierno de Yemen, su némesis en el conflicto interno.
La respuesta de Estados Unidos y
Reino Unido contra los hutíes permite
que esta milicia acuse de la hambruna y
de la catástrofe a las fuerzas foráneas
Otra arista geopolítica resulta en debilitar a Arabia Saudita en su intento de normalizar las relaciones con Israel. Ya lo hizo el golpe terrorista de Hamás contra Israel; lo bordó la respuesta israelí en la Franja de Gaza que deja decenas de miles de muertos gazatíes y más de un millón de desplazados, y ahora lo remata el ataque de las embarcaciones comerciales.
Lejos de desescalar la situación, la entrada de los hutíes al conflicto deja varios perdedores: la amenaza de expansión regional del conflicto pende de un hilo. Los ataques al comercio internacional vienen a lastrar la inflación, porque genera un cuello de botella en la cadena de suministros, a fuerza de que los cargueros y los petroleros deben pasar más tiempo en el mar hasta llegar a su destino.
Pierden Estados Unidos y Reino Unido, y por transitividad Occidente, porque los ataques quirúrgicos contra posiciones hutíes no le hacen ni cosquillas a esta milicia. De hecho, sus máximos líderes han declarado que se mantendrán en pie de guerra y que no bajarán la intensidad de sus ataques. Al final, no tienen nada que perder, ya en el pasado los bloqueos aéreos y marítimos de la alianza internacional liderada por Arabia Saudita se han mostrado ineficaces para desarticular o debilitar a los hutíes.
Al final del día quienes pagarán el precio más alto seguirán siendo en primera línea los yemenitas, quienes verán agudizar sus muertos y desnutridos, y atravesarán el umbral de otra década perdida en una guerra que tiene sumido a este país en una de las mayores crisis humanitarias de nuestro tiempo.